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Crónica: Presenciando la unión entre la moda MDLR y la cayetana por mobile clubbin'

Actualizado: 9 dic 2021


Por Mercedes Gómez


Es miércoles por la tarde y hace fresco, pero no demasiado como para verse en la obligación de alterar un outfit impecable en favor de un atuendo más abrigado. Suena ‘Ateo’ de C. Tangana y Nathy Peluso, procede de una pequeña tienda de barrio, bastante humilde en comparación con otras empeñadas en captar clientes, porque la potencia de esos altavoces es la justa. El paseo desde la estación hasta el destino se hace ameno a pesar de la distancia, y vale la pena porque no es época de tener recargado al máximo el abono de transporte, ya que prontito volvemos a casa por Navidad, como los bombones.


El sol va cayendo poco a poco mientras las calles de Madrid se llenan de pequeñas luces titilantes. El ambiente de ruido y esa mezcla de músicas comerciales se ve interrumpida por el rugir de unas tripas ansiosas. Comerse unos tacos por un par de euros siempre es un buen plan siendo estudiante, aunque haya que esperar una larga cola porque no hay nada mejor que hacer ahora mismo. O eso parecía...


Todo fluye por las calles de Madrid, aunque no es de extrañar que la capital siga sorprendiendo a pesar de todo. Tras la apertura de restricciones por las medidas por Covid19, la vida nocturna y sus hábitos asociados han tomado otro color. Sin embargo, se mantienen las novedades y la creatividad de las mentes más despiertas; las de los jóvenes.


Como buenos creadores, nos caracterizamos por nuestra capacidad de adaptación. Así, vemos como otros jóvenes no dudan ni un segundo en animar a sus colegas y probar cosas nuevas. Ya en tiempos pasados triunfó la tendencia de las cañas por videollamada, ahora había que ir un paso más allá sirviéndose de la tecnología.


Aproximándome a la calle, lo que más resalta es un antiguo teatro seguido de un conocido establecimiento comercial; ambos rodean un espacio proveniente de la desamortización de un monasterio. Se trata de la Plaza del Carmen, ubicada entre Sol y Gran Vía, la cual ha pasado de albergar un mercado en tiempos pasados a una pista de baile.


Este espacio se encuentra algo descuidado a pesar de encontrarse en el corazón de la capital, tiene una reforma pendiente. Entre tanta monotonía, algo capta la atención de los caminantes, un nuevo fenómeno: muchas personas moviéndose enérgicamente y separadas. Una vez se mantiene la vista, se comprueba que llevan auriculares y se mantienen en sus espacios personales sin contacto respetando la conocida distancia de seguridad preventiva. Solo se oye de vez en cuando un ‘uuuuh’ de emoción contenida.


Entre los invitados se ven algunos con zapatillas luminosas, gafas graciosas, collares de flores, unos tomando fotos, otros grabando videos, algunos más recatados… En este mismo lugar se encuentran las huellas de otros eventos y concentraciones de gran calibre, como manifestaciones por el día de la mujer trabajadora o protestas medioambientales. Hasta los vendedores ambulantes de pulseras y los repartidores de comida a domicilio no pueden sujetar sus cuellos, también se quedan perplejos ante ello, y eso que quienes recorren las calles están acostumbrados a ver de todo.


En esta intersección también se encuentra una estación medidora de la contaminación, que, desde luego, contaminación acústica no registrará. Esta tendencia lleva haciendo desde años atrás para evitar molestias y multas del vecindario tanto en España como en otros países de Europa. No hay necesidad de alejarse a polígonos u otros espacios apartados, se puede estar en el centro, en un campus universitario, en el rellano de un bloque de pisos o al lado de un bebé que duerme.


Se habían visto discotecas silenciosas donde se paga por ver cómo los dj’s compiten por conseguir que elijan su canal sonoro, pero no en mitad de la calle, lo cual llama mucho la atención al prescindir del contexto de decoración, bebidas o ropas de fiesta. El fenómeno es conocido internacionalmente como ‘ mobile clubbing’, basta con tener un dispositivo portátil que reproduzca audio, ya sea un móvil, un iPod o un MP4 como receptor, y un emisor.


Aunque suene muy moderno, en realidad ya en los años 70 y 80 alguien se adelantó e impulsó esta idea tan divertida a fin de frenar la contaminación acústica, y ahora el motivo varía, pero el resultado sigue siendo el mismo . También existen conciertos silenciosos donde la clave está en conectar los instrumentos a un transmisor de ondas de radio en lugar de a un amplificador, de manera que así solo se puede disfrutar a través de los auriculares. De igual manera se apuntan teatros y cines donde los asistentes no se pierden ni un solo detalle. Además se puede hablar sin gritar, solo pausando o bajando el volumen del dispositivo.


Tal es la impresión que, a pesar de llevar más de media hora esperando en general en la cola para hacerse con sus tacos, muchos de los esperados clientes no dudan en abandonar sus puestos para acercarse. Incluso algunos de ellos se animan a unirse a esta fiesta singular, independientemente de su estilo o características personales, compartiendo su experiencia en redes sociales y siendo parte de un gran fenómeno ejemplar de adaptación, positivismo y unión entre personas al aire libre.

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