LA MIRADA DESDE EL EXILIO
- Clara González Sobrino
- 23 nov 2021
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Clara González Sobrino
Dicen que después de la tormenta llega la calma, que no habrá arcoíris si no llueve, y que tiene que llover para que nazcan las flores. Para muchas y muchos esa hubiese sido su salvación. Pero el año 1939 demostró a las españolas y españoles que no, que el fin de la guerra no iba a traer consigo la paz, sino que pasaría a convertirse en un episodio muy oscuro de la historia del país y, en especial, de sus propias vidas.
Mi familia fue castigada y perseguida durante la guerra y la posguerra, recordemos que Galiza (Galicia) cayó en manos franquistas muy pronto y la represión fue implacable. Recuerda mi abuela, a la que la Guerra Civil sorprendió con seis años, cómo su madre, ferviente republicana, decía: “Ai!, a que nos espera” (“Ay!, la que nos espera”) al terminar el conflicto. Marcada por el silencio, las denuncias, las deportaciones, las visitas de la Guardia Civil cada quince días, la historia de mi familia es la historia de muchas y muchos españoles que sufrieron ante la inhumanidad del franquismo.
Y fue esta inhumanidad la que las condenó al exilio, no solo a un exilio exterior, sino también interior. A las que salieron de España en muchas ocasiones les aguardaba su destino en los campos de concentración, unos campos marcados por el frío, los alambres de espino, el hambre y las familias divididas (Ruiz, 2021). Esta fue la situación retratada por Robert Capa en su imagen Argelès-sur-Mer (France, March 1939), expuesta en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía en la exposición Pensamiento perdido: Autarquía y exilio.

Argelès-sur-Mer (France, March 1939), Robert Capa / MUSEO REINA SOFÍA
Esa mirada. Esas manos agarradas al alambre. Esa red en medio. Esas vidas que quién sabe si volverían a juntarse. Capa y su incuestionable capacidad para retratar una realidad llena de sombras a golpe de clic. Una sola imagen extensible a miles de vidas separadas por alambres, rejas o incalculables kilómetros de distancia.
Pese a la mala calidad de vida en los campos de concentración, no podemos olvidar que en ellos también tuvo lugar una gran producción artística, y que los principios del exilio artístico de muchos y muchas artistas están ligados a estos campos de concentración, específicamente los situados en el sureste francés (Izquierdo, s.f.).
En efecto, a través de hojas manuscritas y dactilografiadas circulaban ideas y noticias. La necesidad de difundir el pensamiento propició también la organización de exposiciones de arte dentro de los campos. "Se ha constatado la existencia de «un Palacio de exposiciones» inaugurado en Barcarés el 14 de mayo de 1939, un Salón de Bellas Artes en Argelès y una Barraca-Galería en Saint-Cyprien" (Izquierdo, s.f.). Todo ello motivado por las y los docentes, estudiantes y artistas exiliados y afincados en estos campos, una clara prolongación de la efervescencia cultural y editorial que conoció la España de la Segunda República.
En definitiva, "desde el mismo momento de la salida [de España] se crearon y distribuyeron sencillas publicaciones que respondían a un deseo intencionado de comunicación y de expresión de los recién expulsados" (Eiroa San Francisco, 2013).
Pero no solo se difundieron estas publicaciones en los campos de concentración. Marcado por la dispersión, el exilio republicano se asentó en Francia, México, América del Sur y los países del bloque soviético, entre otros. “El mundo de la información en el exilio quedó, pues, completamente descabalado ante las anómalas circunstancias de sus actores, pendientes de reorganizar sus vidas” (Eiroa San Francisco, 2013). Pese a todo, la prensa republicana en el exilio contó con la colaboración de un gran número de artistas, escritoras, poetas, científicos y universitarias de todas las disciplinas que se hallaban fuera de España.
La temática principal de estas publicaciones radicó en la defensa de la legitimidad republicana frente a la sublevación franquista, la pésima situación en los campos de concentración y en las cárceles, y también hubo una gran variedad de información cultural, con reseñas literarias, convocatorias de actos científicos y culturales, etc. Junto a esta actividad mediática y cultural, la labor de las y los fotoperiodistas fue fundamental para compartir mundialmente la situación de miles de españolas y españoles y la brutalidad del franquismo.
Fue de esta manera como Robert Capa, Gerda Taro, David “Chim” Seymour, Kati Horna, Margaret Michaelis o los hermanos Mayo convirtieron a la Guerra Civil española en el primer conflicto bélico fotografiado ampliamente. El posicionamiento de algunas y algunos de ellos con el bando republicano convirtió a la guerra en un símbolo contra el fascismo (Ibáñez Castejón, 2013).
Y así, a través de imágenes como la seleccionada para elaborar este trabajo, y a través de la memoria de aquellas y aquellos que vivieron bajo las sombras del franquismo, podemos hoy destacar la importancia del arte en el exilio como defensa de la causa republicana, incluso bajo unas circunstancias totalmente adversas.
Ellas y ellos dieron voz a todas aquellas personas que tuvieron que someterse a un exilio interno, que tuvieron que someterse al silencio y al miedo. A mi familia, a tu familia, a vuestra familia.
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