Muñecos: los desastres de la guerra
- Víctor López
- 18 nov 2021
- 3 Min. de lectura
El Museo Reina Sofía de Madrid reúne cientos de obras de la posguerra española en una nueva exposición
Por Víctor López Mínguez, en colaboración con Café y Micro.
Madrid, 18 de noviembre de 2021
Dentro de su amplio compromiso con el arte y la historia de nuestro país, el Museo Reina Sofía de Madrid ha abierto una interesante exposición. Pensamiento perdido: autarquía y exilio navega por la producción artística española tras la Guerra Civil, tanto dentro como fuera de nuestras fronteras. La exposición refleja el dolor y el sufrimiento de sus artistas, pero Muñecos va más allá.

Antes de comenzar esta breve reflexión acerca de Muñecos, veo necesario aclarar que nunca he gozado de un especial interés por el arte pictórico. La imagen estática nunca ha producido en mí grandes impulsos emocionales, al menos no al nivel de su hermana pequeña, la imagen en movimiento. Pese a ello, a lo largo de mi vida ha habido varias pinturas que han conseguido emocionarme, como la práctica totalidad de la obra de Francisco de Goya (en especial Perro semihundido y los cuadros dedicados al inicio de la Guerra de Independencia) o Paisaje del Pardo al disiparse la niebla de Antonio Muñoz Degrain.
Las obras que he destacado tienen dos ejes fundamentales para entender el “flechazo” que he experimentado con la obra de Ortega Muñoz: el paisajismo y el retrato de España. Muñecos es una obra aparentemente sencilla, de pequeñas dimensiones y una reducida paleta de colores. Sin embargo, no pude parar de observarla. A modo de naturaleza muerta Ortega Muñoz coloca en primer plano tres muñecos, de construcción complementaria y en un nivel jerárquico horizontal. Todos los muñecos muestran una expresión aséptica, uno de ellos ni siquiera posee boca y nariz. No tienen vida, y cabe esperar que no la tengan porque se trata de objetos, pero en el mundo del arte y en el contexto en que nació esta obra nada tiene más vida que las cosas aparentemente inertes. Además, nuestros tres amigos comparten una característica crucial para interpretar esta obra: están desmembrados.
Los muñecos han sobrevivido a la guerra, siguen en su sitio, siguen teniendo expresión, pero ya no son los mismos. Han perdido la capacidad de mostrar un sentimiento, el trauma ha invadido su ser y caracteriza su estado actual. Además de las lesiones psíquicas, los muñecos han sufrido lesiones físicas. Los desastres de la guerra, como aquellos que retrató Goya, se muestran aquí gracias a la condición que han adquirido los muñecos como consecuencia del conflicto. Además, su propia naturaleza como muñecos crea una relación alegórica evidente con la infancia.
En resumen, Ortega Muñoz nos está hablando de las mayores víctimas de la Guerra Civil, los niños, marcados por dolorosos traumas que asolarán sus vidas como la dictadura franquista asolaría la de todos los españoles. Muñecos es tan sencillo en su construcción como en su mensaje, que es tan duro como certero. La obra me ha enamorado por su facilidad, su interpretación tan aparentemente simple, pero tan cargada de sentimiento y profundidad.
El arte es más eficaz cuanto más se acerca al pueblo. El artista pacense entendió esta regla a la perfección, tanto en Muñecos como en Bodegón del pan y el queso, obra colindante en la exposición, pero sobre todo en su prolífica trayectoria como paisajista. Ortega Muñoz desarrolló esta variante pictórica en los años posteriores a la posguerra, cuando decidió retratar España en la línea de su estilo sencillo, de reducida gama cromática y, de nuevo, insistiendo en el vacío que sufren los españoles. Sus paisajes, que nos conducen tan solo con verlos a la Generación del 98 y a la celebración del campo castellano que desarrollaron estos autores, son fríos, incluso tristes, pero están cargados de belleza y de significado. Me gustan especialmente Charco, los cruces de caminos y Castilla. Verano.
En conclusión, la obra de Ortega Muñoz me ha demostrado la capacidad del arte pictórico de llegar al espectador, de despertar sentimientos y emociones. Obras sencillas, pequeñas, que han generado en mí un impacto mucho mayor que el tamaño del marco en el que residen. Además, la capacidad de este autor de retratar España es tan interesante y política como intertextual y bella, por lo que cada obra es un círculo que encierra todo tipo de análisis e interpretaciones.
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